jueves, 16 de septiembre de 2010

Micros para Relatos en Cadena #1

1. Penúltima escena

¡Tachán! (El público se muestra expectante). ¡Tachán!, repite (Nada pasa. Se escuchan toses incomodas en el lugar). ¡Tachaaaaaán! (Él empieza a sudar. La gente empieza a murmurar desconcertada). ¡Tachaaaaaaaaaán! (Nada. No pasa nada. El público se empieza a levantar y a dirigirse a la puerta). ¡Tachaaaaaaaaaaaaaaaán! (Empiezan los abucheos e insultos. La gente se muestra decepcionada y los pocos que se quedaron terminan por irse).

Escena final

(El escritor se rasca la cabeza. Ya nada puede hacer. Resignado, se levanta y se va. Esa noche la inspiración nunca llegó).

Cae el telón.


2. Truco de magia

¡Tachán! Y el conejo sacó al hombre de la chistera…



3. Dogma de fe #3

¡Tachán!, gritó al salir, pero nadie estaba presente. «Hijosdeputa», murmuró. Ninguno de sus amigos estaba ahí. ¿En que momento había perdido credibilidad? Después de tantas cosas que habían pasado juntos, después de tantos favores que había realizado, ¡Eso no podía ser! ¿Cómo era posible que nadie le hubiese creído que resucitaría al tercer día?


(Estos tres micros participaron, sin éxito, en la segunda semana de Septiembre de Relatos en Cadena)

sábado, 21 de agosto de 2010

Erótico – Surreal ó Sobre el amor pasional

La ropa desgarrada había terminado en el pasillo antes de entrar a la habitación de aquel hotel, por lo que se metieron a la cama vistiendo únicamente la máscara de seducción con la que todo había comenzado. Entre juegos y caricias, no tardaron en darse cuenta de que desgarrar la ropa no iba a ser suficiente, así que, con las uñas clavadas en la piel del otro, fueron poco a poco arrancándose los trozos de carne, esparciéndolos a lo largo del cuarto como evidencias de su amor. A pesar de que ninguno de los dos había experimentado el sexo tan pasional, completamente desgarrados, no tardaron mucho en llegar al orgasmo.

Dicen que después de horas y horas de llamar a la puerta sin respuesta, entraron a la fuerza. La escena era de completo terror. La carne esparcida por el cuarto, toda alrededor de un escarabajo pelotero sobre una muñeca de trapo, desconcertó al inicio a los investigadores. Todo empezó a quedar claro cuando fueron encontradas sobre la cama las dos mascaras: una de galán de revista con la barba crecida de tres días, y una de rubia de nariz respingada y labios rojos carnosos. Los que vieron la escena dicen que la expresión de satisfacción en ambas nunca se ha vuelto a ver en aquel hotel.

sábado, 14 de agosto de 2010

Cuento de horror #2

Había encontrado en que ocupar su día, un lugar donde dormir, y con quién pasar la noche. Todo le iba saliendo bien y justo cuando pensaba que todo regresaría a la normalidad de nuevo, Gregorio Samsa se volvió a transformar en hombre.

sábado, 7 de agosto de 2010

Los espejos y la cópula ó De la degradación inversa de la realidad

Un hombre escribe que un hombre se ve en un espejo haciéndole el amor a una mujer. Ellos, los de adentro, están concentrados en amarse y sentir. El otro está concentrado en ver el rostro de ella en el reflejo, un fetiche que ha tenido por años, y ella, con la mirada perdida, piensa en su otro amante y en el tiempo que ha pasado con él. El que escribe, sin espejos ni cópula, sólo quiere que ella regrese y vuelva a ser suya; y yo, yo sólo busco que alguno de ellos me dé indicios de que ella algún día fue real.

jueves, 1 de julio de 2010

De cómo perdí el tiempo y luego lo recuperé

El tiempo corría más lento cuando ella estaba cerca. El otro día, caminando por la calle, me la topé de frente y con un movimiento de cabeza se arregló el pelo que le caía en la frente; mis ojos, como si la filmaran en cámara lenta, tardaron dos minutos en completar la toma. Después cada uno siguió su camino.
A pesar de que me gustaba mucho, nunca vi oportunidad de hablarle hasta hace unos días, cuando la vi cruzar la calle sin mirar. Convenientemente, un coche en reversa se dirigía directo a ella, así que corrí a ayudarla. Cuando llegué a donde estaba logré apartarla del camino y un minuto después el auto pasó frente a nosotros. Mi acto de heroísmo, que a mis ojos estaba muy sobrado de tiempo, logró conseguirme una cita con ella.
Quedé de pasar a recogerla en el club donde solía nadar por las tardes. Emocionado, llegué media hora más temprano y entré para verla nadar. Cuando llegué a la piscina, la vi parada en la punta del trampolín, saltando. Tres minutos después su cuerpo entró el agua, salpicando lentamente todo su alrededor. Pasaron veinte minutos, y al ver que aun no salía a tomar aire, la declararon oficialmente ahogada.
Después de ese día el tiempo volvió a tomar su curso habitual.

martes, 22 de junio de 2010

Una fina barrera

He descubierto que detrás del biombo que tengo en mi sala, está todo el mundo que alguna vez conocí. Es un biombo común, hecho de una tela blanca y gruesa sostenida y estirada por un marco de madera pintado de negro. Para el ojo distraído es un mueble cualquiera, pero no es así para quien observa bajo ciertas condiciones.
De noche apago todas las luces y enciendo unas cuantas velas que lo rodean; acerco un sillón y contemplo. Las sombras que se proyectas a través de él, por el efecto de la escasa luz, son siempre familiares. Hace unos días pude ver como mi padre me acariciaba el pelo mientras pescábamos en el río; un recuerdo de hace muchos años que no sabía que tenía. Ayer, por ejemplo, las sombras fueron un poco más generosas y me mostraron el día en que nací: el frío, el mundo borroso, las lágrimas de mi madre.
Y así, cada noche, uno a uno los recuerdos se van desvelando hasta que prendo las luces de la sala y se desvanecen, regresan a donde han estado anclados durante muchos años, regresan al inconsciente, ése que me revela el pasado a través de la luz, las sombras, y un viejo biombo.

miércoles, 16 de junio de 2010

Prosopopeya

El aroma del café frente al ordenador siempre me evoca aquellos tiempos. Me hace recordar el aire de aquella mañana en que los dos bandos de hombres cruzaron espadas y cómo, por una cobardía, ganó el bando que no debía ganar; me hace recordar a aquel hombre negro que tocaba impasiblemente la armónica sentado a la sombra, y que terminaron colgando en un frenesí racial; o aquella paloma mensajera que encontró el amor camino a su destino y decidió anidar en lugar de cumplir sus órdenes.
Todo eso logro evocar durante las mañanas de estos sábados, cuando el joven escritor se sienta frente a mí con su taza y su ordenador y empieza a inventar cuentos pésimos, producto de su corta vida y su poca experiencia. Si tan sólo pudiese tener mis ramas y contarle en un soplo de viento algunas de mis historias, si tan sólo me volteara a ver de vez en cuando, si tan sólo aprendiera a escuchar a su viejo escritorio.

martes, 15 de junio de 2010

Se acabó la espera...

De la unión de seis fanáticos de la microficción, desde distintas partes del planeta Tierra, llega el hito que revolucionará el universo de lo breve.







Te invitamos a conocerla, haciendo click aquí.

martes, 8 de junio de 2010

En la vida, como en cualquier otro juego

«En la vida, como en cualquier otro juego, uno no debe tomarse las cosas tan a pecho», pensó. El globo aerostático ya estaba casi listo. Solo en la planicie repasaba que todos sus pendientes estuviesen en orden.
Estando todo listo emprendió el viaje. El cielo azul contrastaba con el verde del suelo, y él, como alguna vez sus ambiciones, volaba tan alto como las águilas. La diferencia es que él todavía no llegaba a la altura a la que sus ambiciones ya habían llegado: director de la compañía más grande, el hombre más rico del país, la esposa trofeo que cualquier hombre querría tener. Lo tenía casi todo, y a partir de mañana sería, además, laureado con el premio que había soñado obtener desde la infancia. Podía considerarse un hombre completo.
El sonido del altímetro del globo lo sacó de sus meditaciones: había llegado a la altura deseada. Se paró en la orilla de la canasta que lo contenía, y se despojó de los arneses de seguridad. «En la vida, como en cualquier otro juego, uno debe saber retirarse cuando aun se sigue ganando», pensó justo antes de lanzarse al vacío.

lunes, 7 de junio de 2010

viernes, 14 de mayo de 2010

Huéspedes

Había decidido que nadie lo correría de ahí. Había pasado ya casi un año completo y se había encariñado del lugar, así que por más que la rentera se enojara y lo amenazara, él seguiría ahí, en su casa, en su hogar. «Que se creen, que por que existen leyes uno debe cumplirlas. No. Yo de aquí no me muevo». Y así lo hizo.
Desde afuera, la mujer preocupada le dice al doctor: «Esto va en contra de todas las leyes naturales, ya van diez meses y el niño aun no se digna a nacer».

sábado, 8 de mayo de 2010

Apología de un Diciembre más ó Del sentimiento en retrospectiva

Diciembre 2008


La verdad se esconde ahora en las palabras que escojo,
Y las escojo en estado etílico para no pensar en ellas.
Se esconde detrás de los acentos que decido evitar,
Detrás de la intoxicación de las cosas que aun no son recuerdo.

Quinto trago de whiskey, hielo, soda, un vaso pequeño.
Puedo decir que la luz del pasillo se apaga en mi mente.
Puedo decir que el pasillo ahora soy yo,
Ese camino a oscuras que une de donde vengo a donde voy,
Con las pupilas a medio dilatar por el brillo de una hoja en blanco.

Puedo decir que prefiero la prosa sobre el verso,
Que añoro la perfecta ignorancia de las cosas, ahora ausente.
Que deseo aquel tiempo de azoteas y aire en el rostro.
Que me gusta el mar acariciándome los pies,
En su idioma de sal y erosión.

Disfruto citar a Pessoa y a todos sus heterónimos.
Ir por la calle, detenerme en seco y decir: Mierda, ¡soy lúcido!
Y reír con el vagabundo que se me acerca en algún lugar del barrio,
Aunque él no ría y me dedique sólo esos ojos desesperados por profesión.

A veces escribo con prisa porque siento con prisa
Y a veces no; a veces me dilato, me deleito y me delato.
Pero no importa el ritmo con el que vomito mis letras,
Porque el tiempo no existe cuando se trata de morir,
Ahí, a la orilla de todos mis días.

Soy ajeno al mundo, porque el mundo es ajeno a mí
Lo contemplo y así salgo de él; lo contemplo y así me vuelvo interior.
Me acuesto sobre la tierra y observo en el cielo el abismo que me oprime,
Me acuesto sobre la tierra y con ese gesto le doy la espalda al mundo.

De la música sólo quiero la muerte más noble
La clave de sol incinerándome la espalda,
El sí que tarda años en llegar y ya no espero
El re-medio a esta existencia,
Uno que no sea la muerte, pero que tampoco sea la vida.

Pero de ella… De ella sólo busco su silueta en mi memoria,
Esa silueta delineada por la sabana de todas las noches,
De aquellas incluso en las que no había luna, ni estrellas, ni noche,
Sólo fantasmas que no eran Verdad, pero que tampoco eran mujer,
Que eran sólo un Diciembre más, que eran sólo un año que pasaba.

Vacío

Hay laberintos en donde a uno ya no le gusta perderse, sobre todo después de tantos años. El de sus ojos, por ejemplo, el de su boca húmeda, el de su cuerpo desnudo.
«¿Sabes algo?, la vejez nos hace indiferentes a la estética», dijo, pero la única respuesta que obtuvo fue esa mirada fija y cargada de certeza: pronto todo llegaría a su final y no había palabras que pudieran salvarlos. Nunca las hubo. La belleza y el amor que existía entre ellos habían sido tragados por el tiempo, así que, cuando el momento fue oportuno, la decisión fue tomada: él volteó el espejo y el otro desapareció.

martes, 13 de abril de 2010

Night mares

Soñaba que las palabras lo perseguían. El lenguaje siempre cambiante, siempre en busca de juegos y de dobles sentidos iba tras de él. Sinónimos en distintas lenguas se le aparecían de frente y su mente confundida no daba para entender absolutamente nada.
Fue cuando empezaron a aparecer los escritores. Cervantes, Shakespeare, Sun Tzu, y un gran número de personalidades desfilaban a su alrededor parloteando cada uno su obra en distintas lenguas. El último en aparecerse fue un escritor inglés de hace varios siglos, y cuando por fin pudo despertar, las yeguas de la noche seguían ahí…

lunes, 12 de abril de 2010

Destino

La adivina se equivocó en todo, excepto cuando dijo, «tu destino es claro, veo a los astros alinearse en la palma de tu mano». Y sí, ahí estaban todos representados: el sol, todos sus planetas y un sinnúmero de estrellas esparcidas a lo largo de mi mano.
No tardé en darme cuenta que también las tenía esparcidas en los brazos, en el pecho y en el resto del cuerpo: todo el universo en mi piel.
Pero la adivina se equivocó. Yo no tenía futuro. Yo no encontraría el amor, ni él me encontraría a mí; no me ascenderían en el trabajo; no habría estabilidad en mi vida. Eso me quedó claro ayer, cuando el doctor hizo una predicción más exacta. «Tiene usted un avanzado cáncer en la piel. Le quedan dos meses de vida», dijo.

sábado, 10 de abril de 2010

Erótico-Geográfico

Me gustaba comparar su cuerpo con la geografía. Me gustaba decirle que su boca era como el oasis en el desierto, que sus pechos eran como montañas que me encantaba escalar. Le decía que bajar por sus pechos a la meseta de su cadera siempre era una aventura y que adentrarme en la selva de su pubis era mi perdición. Mis metáforas siempre me ponían en animo de entrar en acción, pero en ella no tenían el mismo efecto.
Un día se cansó de mis clichés, de mis frases pre-hechas, de mi estúpida verborrea barata. «¿Te gusta recorrer mi geografía?», me gritó en tono sarcástico, «pues puedes ir olvidándote de ella». En ese momento un terremoto con epicentro en su ombligo la empezaba a borrar del mapa.

viernes, 9 de abril de 2010

El reloj

El reloj siempre fue testigo de todos sus ciclos. De dormir juntos y soñar; de despertar siempre a la misma hora, del desayuno y el beso de despedida de las ocho; de la comida en casa marcada por el ángulo recto de las manecillas a las tres; de las noticias de las diez; de dormir juntos y soñar.
Ella un día se cansó de estos ciclos. «Hay quienes preferimos el infinito», fueron sus últimas palabras antes de darse la vuelta y partir, antes de cruzar la calle con los ojos nublados de lágrimas, sin poder ver, sin poder oír... El reloj marcaba las doce cuando ella murió.

jueves, 8 de abril de 2010

Carpe Diem

«Cierren los ojos y piensen en la inmensidad del universo», dijo la figura siniestra al resto de sus compañeros. «Piensen lo pequeño que somos comparado con el mundo, lo pequeño que es el mundo comparado con el sol, y lo pequeño del sol en relación con la galaxia. No importa lo larga que sea nuestra vida, nada de lo que hagamos cambiará el orden universal de las cosas. Es por esto que los incito a rebelarse, a empezar a vivir su vida sin importar las consecuencias», terminó. La audiencia, harta de su vida monótona, explotó en aplausos y decidió seguirlo.
A la mañana siguiente, todas las gárgolas de Paris se habían marchado.

Reflexiones desde las cornisas de Notre-Dame

«A Paris vienen todos aquellos que algún día quieren ser escritores importantes. Es patético como esto se ha convertido en el ombligo del mundo literario». La gárgola cambió de posición a una más cómoda. «Ya todo se ha escrito, pero estas pequeñas criaturas no se resignan a dimitir. ¡Lárguense de aquí!, inmundos animales», gritó, pero el suelo estaba muy lejos para que todos pudieran oírla. Sólo un hombre logró escuchar, inventando así un nuevo género literario: el microrrelato gótico.

miércoles, 10 de marzo de 2010

De las casualidades ó De la inocencia y el sueño

Yo creía que mi hijo tenía una imaginación muy vívida. Por eso, cuando me despertaba a media noche con pretextos de pesadillas y monstruos en el armario nunca le hacía caso y lo mandaba de nuevo a dormir.
Pero hoy que mi hijo me levantó llorando y suplicando mi perdón me quedé desconcertado. Tardé en darme cuenta que la casa se estaba incendiando. Corrí. Saqué a mi familia al jardín, y cuando quise entrar de nuevo para salvar algún bien material, ya era demasiado tarde. La casa, consumida por el fuego, se caía a pedazos.
Enojado, tomé a mi hijo por los brazos y le pregunté: «¿Qué carajos pasó?» Él, mirándome desconsolado, contestó: «anoche soñé con dragones».

La eterna broma de San Augusto

El golpe con la espada fue certero. Del cuello de la bestia salían borbotones de sangre mientras ésta se desplomaba inhalando su último aliento. Complacido por el favor de Dios, él sonrió, se hincó cerrando los ojos y elevó unas plegarias.
A la mitad del décimo padrenuestro, sintió un hálito de fuego en su oreja izquierda. En ese momento San Jorge despertó, y el dragón seguía ahí.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Teorías #2

Hace unas semanas, el lobo que solía aullar por las noches, bajó al jardín de la casa. Mi hijo y yo lo ahuyentamos a pedradas, logrando pegarle de tal forma que, apenas se repuso de los golpes, huyó seriamente lastimado, con la cabeza gacha y sin ánimos de volver. Esa fue la última vez que supimos de él.
Meses después, a mi hijo se le ocurrió una teoría. «El lobo ya no vive en este mundo», me dijo. «¿Entonces en donde vive?», le pregunté. «En la luna», respondió, «así ya no tiene que levantar su cuello lastimado para aullar».

jueves, 18 de febrero de 2010

Nuevos náufragos

Una nube de polvo cubría el paisaje mientras él seguía sentado ahí, en la mitad de la nada, completamente vencido. Cinco metros más adelante, su única esperanza: la botella que había lanzado con una petición de ayuda en su interior. A lado de él, la radio agonizante que había encontrado y sus alarmantes noticias: «...la peor sequía que la zona experimenta desde hace quinientos años».

Creencias

Lograron saber donde se escondía, así que reunieron a la mayor cantidad de soldados y avanzaron sobre ella llevando a cabo el sueño del rey Mongol: dar muerte a aquella figura mítica, a aquella figura pálida y con guadaña que se llevaba las almas para siempre. Así, las creencias del pueblo acerca de la reencarnación y el tiempo cíclico estarían seguras.
Lo que no previeron fue que, acorde a sus dogmas, la Muerte reencarnaría en algo más, y en esta ocasión lo haría en la pólvora que utilizarían los invasores extranjeros para someter a sus inútiles sables.