viernes, 14 de mayo de 2010

Huéspedes

Había decidido que nadie lo correría de ahí. Había pasado ya casi un año completo y se había encariñado del lugar, así que por más que la rentera se enojara y lo amenazara, él seguiría ahí, en su casa, en su hogar. «Que se creen, que por que existen leyes uno debe cumplirlas. No. Yo de aquí no me muevo». Y así lo hizo.
Desde afuera, la mujer preocupada le dice al doctor: «Esto va en contra de todas las leyes naturales, ya van diez meses y el niño aun no se digna a nacer».

sábado, 8 de mayo de 2010

Apología de un Diciembre más ó Del sentimiento en retrospectiva

Diciembre 2008


La verdad se esconde ahora en las palabras que escojo,
Y las escojo en estado etílico para no pensar en ellas.
Se esconde detrás de los acentos que decido evitar,
Detrás de la intoxicación de las cosas que aun no son recuerdo.

Quinto trago de whiskey, hielo, soda, un vaso pequeño.
Puedo decir que la luz del pasillo se apaga en mi mente.
Puedo decir que el pasillo ahora soy yo,
Ese camino a oscuras que une de donde vengo a donde voy,
Con las pupilas a medio dilatar por el brillo de una hoja en blanco.

Puedo decir que prefiero la prosa sobre el verso,
Que añoro la perfecta ignorancia de las cosas, ahora ausente.
Que deseo aquel tiempo de azoteas y aire en el rostro.
Que me gusta el mar acariciándome los pies,
En su idioma de sal y erosión.

Disfruto citar a Pessoa y a todos sus heterónimos.
Ir por la calle, detenerme en seco y decir: Mierda, ¡soy lúcido!
Y reír con el vagabundo que se me acerca en algún lugar del barrio,
Aunque él no ría y me dedique sólo esos ojos desesperados por profesión.

A veces escribo con prisa porque siento con prisa
Y a veces no; a veces me dilato, me deleito y me delato.
Pero no importa el ritmo con el que vomito mis letras,
Porque el tiempo no existe cuando se trata de morir,
Ahí, a la orilla de todos mis días.

Soy ajeno al mundo, porque el mundo es ajeno a mí
Lo contemplo y así salgo de él; lo contemplo y así me vuelvo interior.
Me acuesto sobre la tierra y observo en el cielo el abismo que me oprime,
Me acuesto sobre la tierra y con ese gesto le doy la espalda al mundo.

De la música sólo quiero la muerte más noble
La clave de sol incinerándome la espalda,
El sí que tarda años en llegar y ya no espero
El re-medio a esta existencia,
Uno que no sea la muerte, pero que tampoco sea la vida.

Pero de ella… De ella sólo busco su silueta en mi memoria,
Esa silueta delineada por la sabana de todas las noches,
De aquellas incluso en las que no había luna, ni estrellas, ni noche,
Sólo fantasmas que no eran Verdad, pero que tampoco eran mujer,
Que eran sólo un Diciembre más, que eran sólo un año que pasaba.

Vacío

Hay laberintos en donde a uno ya no le gusta perderse, sobre todo después de tantos años. El de sus ojos, por ejemplo, el de su boca húmeda, el de su cuerpo desnudo.
«¿Sabes algo?, la vejez nos hace indiferentes a la estética», dijo, pero la única respuesta que obtuvo fue esa mirada fija y cargada de certeza: pronto todo llegaría a su final y no había palabras que pudieran salvarlos. Nunca las hubo. La belleza y el amor que existía entre ellos habían sido tragados por el tiempo, así que, cuando el momento fue oportuno, la decisión fue tomada: él volteó el espejo y el otro desapareció.