domingo, 15 de marzo de 2009

Reclamos

Nunca había sentido celos, pero aquella ocasión, cuando sonó el teléfono y escuché esa voz que parecía de niña-adolescente, no pude evitarlo. Desde entonces, cada vez que suena el teléfono el estómago se me revuelve. Es inevitable.
La situación se empezó a volver insportable cuando comenzó a llegar a altas horas de la noche. Entonces yo, sentada en alguno de los sillones de la sala, lo espero y le recrimino su hora de llegada. Él sólo baja la mirada y no dice nada. Sin embargo, la historia se ha seguido repitiendo cada fin de semana. Es por eso que estoy llegando a un punto en el que no sé que hacer. Lo que sí sé que ya se está hartando de mis reclamos, pero no me importa, soy su madre y tiene que entender que ninguna mujer es lo suficientemente buena para él.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay no, esto no por favor... jaja

Luis Gonzalí dijo...

Jajajajaja... Es un buen cuento, no molestes...

Anónimo dijo...

Hablas de mi ¿verdad? y...no es cuento ¡Es verdad!!! jajaja

Anónimo dijo...

No tengo acentos. Perdon por eso. Pero que es eso de ser juez y parte, como que es un buen cuento... Tu eres el menos indicado para decir eso... que falta de modestia... s

Luis Gonzalí dijo...

jajajajajaja, no voy a caer en tus provocaciones...

Anónimo dijo...

Y soberbia aparte...e indolencia, jaja.