sábado, 21 de marzo de 2009

Y Dios dijo...

El primer día Dios dijo: que desaparezcan los peñascos. El segundo día dijo, ya no hay peñascos, ni tampoco habrá abismos, y así sucedió. El tercer día dijo, ya no hay peñascos, ni abismos, ni tampoco mar, y el mar desapareció. El cuarto día gritó: ya no hay peñascos, ni abismos, ni mar, ni tampoco quiero que haya horizonte. El quinto día, ya cansado, dijo: ya no hay peñascos, ni abismos, ni mar, ni horizonte, y se extinguirán las tierras lejanas también. Y así pasó. Para el sexto día, agotado y resignado, Dios sentenció: ya no hay peñascos, ni abismos, ni mar, ni horizonte, ni tierras lejanas, y de ahora en adelante tampoco habrá Eternos Retornos, y así terminó. Y fue así que Nietzsche nunca logró convertirse en filósofo, y fue así que, en el séptimo día, Dios pudo descansar.

No hay comentarios: