lunes, 2 de marzo de 2009

Sobre estas noches...

Son estas noches que camino las mismas calles oscuras que conducen a las mismas puertas sin candado, que rechinan sólo cuando se cierran tras de mi, con el eterno engaño de saberme seguro, hasta que el viento sopla y las abre de golpe.

Son estas noches que subo a la azotea del edificio, que es la azotea del mundo y de todos los edificios, sin camisa y con el frío golpeando el pecho, mientras el corazón late a destiempo como el farol de la calle que parpadea y no tarda en fundirse.

Son estas noches en las que aprendí a no soñar, pues soñar duele como una traición. Una traición a lo que sea que soy, pues soñar es querer ser otro, y yo no puedo ser alguien más con esta piel que me abraza y me sofoca y me presenta sólo otredades.

Son estas noches, noches destinadas a ver el reloj a las 12:34 y decir que es tarde, y no poder cerrar los ojos. Noches de sombras largas, de ideas sin sentido, de verdades a medias, de oscuridad que se cuela por los poros y los tapa y no me deja respirar.

Son estas noches en las que, para poder dormir, descanso la cabeza entre estas palabras, palabras que no son mi sueño, pero que tampoco son yo.

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