sábado, 8 de mayo de 2010

Vacío

Hay laberintos en donde a uno ya no le gusta perderse, sobre todo después de tantos años. El de sus ojos, por ejemplo, el de su boca húmeda, el de su cuerpo desnudo.
«¿Sabes algo?, la vejez nos hace indiferentes a la estética», dijo, pero la única respuesta que obtuvo fue esa mirada fija y cargada de certeza: pronto todo llegaría a su final y no había palabras que pudieran salvarlos. Nunca las hubo. La belleza y el amor que existía entre ellos habían sido tragados por el tiempo, así que, cuando el momento fue oportuno, la decisión fue tomada: él volteó el espejo y el otro desapareció.

1 comentario:

Víctor dijo...

Misterioso en el desarrollo y con un final claro.

Estuvo bien, Luis.

Un saludo.