«A Paris vienen todos aquellos que algún día quieren ser escritores importantes. Es patético como esto se ha convertido en el ombligo del mundo literario». La gárgola cambió de posición a una más cómoda. «Ya todo se ha escrito, pero estas pequeñas criaturas no se resignan a dimitir. ¡Lárguense de aquí!, inmundos animales», gritó, pero el suelo estaba muy lejos para que todos pudieran oírla. Sólo un hombre logró escuchar, inventando así un nuevo género literario: el microrrelato gótico.
jueves, 8 de abril de 2010
Reflexiones desde las cornisas de Notre-Dame
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