Con mis cuatrocientas voces yo canto. Veo y canto. La primera voz es para el amor más profundo; la segunda es para el amor más profundo, aunque con un ligero toque de duda. En la tercera, la duda crece un poco más, y así hasta la voz cuatrocientos, en donde canto con el odio más animal, más irracional.
Los matices de mi voz responden a las pantallas en los pisos de las casas de bolsa, y los escojo según el tipo de cambio, al segundo, contra la moneda norteamericana.
Los matices de mi voz responden a las pantallas en los pisos de las casas de bolsa, y los escojo según el tipo de cambio, al segundo, contra la moneda norteamericana.
Soy un inversionista convertido en cenzontle; soy un cenzontle convertido en rey azteca; soy un rey azteca convertido en moneda corriente…
3 comentarios:
¡ Buenísimoooooo!! y podrías seguir por los siglos de los siglos
Me encanta
EEEEEEEE, que bueno que te gusta...
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