«Si el hombre es polvo, esos que andan por el llano, son hombres», susurró señalando el remolino de viento sobre la frágil aridez del paisaje. La primera lluvia de la temporada ya estaba encima de nosotros.
El agua empezó a caer y el aire se llenó de humedad. Aquella tarde en nuestra piel también llovió; por eso tú y yo nos desmoronamos en gruesos terrones de polvo mojado, aquella tarde, justo cuando Octavio nos nombró; justo cuando paseábamos por el llano.
El agua empezó a caer y el aire se llenó de humedad. Aquella tarde en nuestra piel también llovió; por eso tú y yo nos desmoronamos en gruesos terrones de polvo mojado, aquella tarde, justo cuando Octavio nos nombró; justo cuando paseábamos por el llano.
4 comentarios:
Y cuando el gran autor, aquél que tú y yo sabemos, dijo que a esta vida le harían falta más silencios... enmudecí, convertida en polvo.
Justo en el momento que nos desmoronábamos, el agua murmuro “sí esos gruesos terrones de polvo son hombres…hagámoslos uno como hoy lo somos tu y yo”
Mmm, esa es una posible continuación del cuento... Me gusta, me gusta...
Me da gusto que te guste!!! Perdón por lo de anónimo pero de repente se me va!!
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