miércoles, 24 de febrero de 2010

Teorías #2

Hace unas semanas, el lobo que solía aullar por las noches, bajó al jardín de la casa. Mi hijo y yo lo ahuyentamos a pedradas, logrando pegarle de tal forma que, apenas se repuso de los golpes, huyó seriamente lastimado, con la cabeza gacha y sin ánimos de volver. Esa fue la última vez que supimos de él.
Meses después, a mi hijo se le ocurrió una teoría. «El lobo ya no vive en este mundo», me dijo. «¿Entonces en donde vive?», le pregunté. «En la luna», respondió, «así ya no tiene que levantar su cuello lastimado para aullar».

jueves, 18 de febrero de 2010

Nuevos náufragos

Una nube de polvo cubría el paisaje mientras él seguía sentado ahí, en la mitad de la nada, completamente vencido. Cinco metros más adelante, su única esperanza: la botella que había lanzado con una petición de ayuda en su interior. A lado de él, la radio agonizante que había encontrado y sus alarmantes noticias: «...la peor sequía que la zona experimenta desde hace quinientos años».

Creencias

Lograron saber donde se escondía, así que reunieron a la mayor cantidad de soldados y avanzaron sobre ella llevando a cabo el sueño del rey Mongol: dar muerte a aquella figura mítica, a aquella figura pálida y con guadaña que se llevaba las almas para siempre. Así, las creencias del pueblo acerca de la reencarnación y el tiempo cíclico estarían seguras.
Lo que no previeron fue que, acorde a sus dogmas, la Muerte reencarnaría en algo más, y en esta ocasión lo haría en la pólvora que utilizarían los invasores extranjeros para someter a sus inútiles sables.